La aceleración
La aceleración se define como el cociente entre el incremento de velocidad y el tiempo que es necesario para llevarlo a cabo.
Para García Manso y col. (1996) esta fase de la velocidad está determinada por la distancia de la carrera, ya sea de 60, 100 o 200 m., y está relacionada con la técnica de salida y la fuerza explosiva del sujeto. Según los mismos autores, «...en los atletas destacados, esta fase se prolonga hasta los 50-60 metros, lo que nos indica que una carrera de 100 metros ha de cimentarse en una buena y larga fase de aceleración. Los sujetos con bajo nivel presentan una fase de aceleración más corta y menos intensa. Analizando los velocistas más destacados podemos observar que a los 10 metros de carrera ya se encuentran al 45% de su máxima velocidad, por el 35% que tenía en el momento de despegar los tacos. A los 20 metros están al 80%, a los 30 metros al 90%, y los 40 metros ya están por encima del 95%, para alcanzar su máxima velocidad entre los 10 - 20 metros restantes».
Para llevar a cabo la evaluación de la aceleración, se utilizan normalmente tests de carreras de corta distancia y pruebas de fuerza explosiva. Según Nupponen (1981), citado por Telama y col. (1982), las carreras de velocidad tienen un coeficiente de fiabilidad de un 0,75. Para estos últimos autores, la estabilidad en las carreras de velocidad, tras dos meses fue baja (0,61). El coeficiente de fiabilidad de la carrera de velocidad repetida inmediatamente estaba también por debajo de 0,70 para niños, aumentando con la edad de los sujetos masculinos testados hasta un 0,89 en edades de 18 años. Sin embargo, en niñas, los datos son diferentes, siendo el resultado de coeficiente de fiabilidad de 0,85 a los 12 años; 0,81 a los 15 años y 0,75 a los 18 años. (Estos datos se obtuvieron tras realizar el test-retest inmediatamente).
En las pruebas de carreras cortas, debido a su rápida ejecución, y al poco tiempo de duración de la prueba, es necesario controlar los elementos que puedan influir en la misma, ya que por pequeña que sea está influencia la variación en el resultado puede ser decisoria.
En estos casos, es necesario concretar en los alumnos la posición de salida, asegurándonos que siempre realizan la misma modalidad.
Por otro lado, debido a que la medición se realiza en segundos, décimas y centésimas, la actuación del examinador, a la hora de poner en marcha el cronómetro para iniciar la prueba y detenerlo al terminar, ha de ser experta y que garantice un mínimo de fiabilidad. Para estas pruebas se recomienda la utilización de aparatos electrónicos de medición, como las células fotoeléctricas, su uso se ha generalizado hasta tal punto que hoy día no se homologa ninguna marca de atletismo o natación, incluso en niveles inferiores, sino es con este tipo de material. Esto es debido a que el cronometraje manual está supeditado a múltiples factores que restan fiabilidad a los resultados.
Un tercer aspecto decisivo en estas pruebas que nos debe hacer desistir de realizar, en su caso, este tipo de tests, son las condiciones climatológicas. Aquí incluyen la velocidad del viento y las condiciones del suelo, refiriéndose este último aspecto al inconveniente de pérdida de velocidad en caso de suelo mojado, incrementándose de forma exponencial el riesgo de accidente.
En las pruebas de fuerza explosiva, como hemos dicho anteriormente, la aceleración está directamente relacionada con la fuerza explosiva del sujeto. Existen tests muy utilizados para medir esta capacidad y podemos enumerar aquí los siguientes:
Prueba de Abalakov.
Prueba de triple salto desde parado.
Salto vertical con pies juntos.
Test de Seargent
Salto horizontal con pies juntos.
El mantenimiento de la máxima velocidad está altamente relacionado con la marca del individuo en la carrera de los 100 metros. Según García Manso y col. (1996) esta relación es directa.
La máxima velocidad del sujeto está determinada por la capacidad de realizar:
Una gran amplitud de zancadas
Una gran frecuencia de zancada
La amplitud de zancada es mejorable mediante el entrenamiento, sin embargo, es necesario concienciar al alumno que la frecuencia de paso está drásticamente determinada por las condiciones genéticas del individuo, siendo apenas mejorable desde la edad de los 12 - 13 años. García Manso y col., presentan una tabla de valores sobre la frecuencia de zancada en niños de 13 - 14 años, estableciendo como nivel óptimo valores de 4,5 para alumnos altos; 4,8 para alumnos medios; y 5,1 para bajos. Bueno para valores de 4,3 - 4,4 para altos; 4,6 - 4,7 para medios; 4,8 - 5 para bajos. Nivel suficiente para valores de 4,0 - 4,2 para altos; 4,3 - 4,5 para medios; y 4,6 - 4,8 para alumnos bajos.
La valoración de la máxima velocidad se realiza con carreras de distancia no superiores a los 60 m. Si se quiere precisar más el carácter de máxima velocidad, será necesario controlar los últimos 30-40 m., es decir, nos acercamos a las características de las carreras de velocidad de reacción pero con salida lanzada. Es necesario saber que la diferencia entre estas formas de salida (de parado o lanzado) se conoce como factor salida, y se le asigna un valor de 1,1 seg. si es un cronómetro manual y 1,25 seg. si se utiliza un cronometraje electrónico.
Resistencia a la velocidad
¿Durante cuanto tiempo se puede mantener la máxima velocidad? Los grandes velocistas mantienen este estado durante el máximo tiempo posible. Y en la mayoría de los casos, en los últimos metros de una carrera de 100 m., la velocidad disminuye progresivamente. Es lo que se llama resistencia a la velocidad.
Los tests específicos de valoración de la resistencia a la velocidad se acercan, y en muchos casos coinciden debido a la similitud en la utilización de la fuente energética, a las pruebas que miden la resistencia anaeróbica. Así, estarían incluidas las carreras de entre 150 y 400 metros.
Blanco y col. (1987), citado por García Manso y col. (1996) proponen el "Índice de Resistencia a la Velocidad". Este resultado se obtiene tras recoger valores de VO2 máx. y frecuencia cardiaca en una prueba de velocidad máxima sobre tapices rodantes. El sujeto correrá sobre el tapiz en el que se incrementa la velocidad a partir de 15 km/h., a razón de 2 km/h. hasta el agotamiento. Se tomará, junto a los valores de VO2 máx. y frecuencia cardiaca indicados anteriormente, la velocidad media del sujeto y la concentración de ácido láctico en el tercer minuto de recuperación. A partir de todos estos datos podemos calcular el índice de resistencia a la velocidad con la siguiente fórmula:
Los valores medios, según estos autores, son más de 2 para los sujetos especializados en 400 m. y sobre 1,5 en corredores de 100 m.
Por otra parte es necesario saber, llegado el momento de valorar el resultado de un test de velocidad, que esta cualidad es independiente de la talla del sujeto. Gutiérrez Sainz, coautor de González Gallego (1992), se fundamenta en un estudio realizado en grupos de sujetos de 14 años, en el cual estaban integrados individuos de varias estaturas. Se observó que los más altos eran más rápidos y concluía su exposición [«..., pero esto era debido a una mayor maduración. Estas diferencias desaparecieron a los 18 años, una vez terminado, por todos, dicho proceso».]. En este sentido, en los casos en los que existe un aumento de la velocidad al tratar niños de más edad, y por tanto de mayor altura, habría que buscar la respuesta en la consiguiente mejora de la coordinación neuromuscular.